Aceptar
Añadir
Comprar
Comprar
Cancelar

El Periódico Aragón

Otro palo para un Real Zaragoza al que el punto sumado anoche en el derbi le sirve bien poco y que continúa emitiendo alarmantes señales que le catalogan como uno de los peores equipos de la categoría. Tampoco pudo el equipo de Gabi con un Huesca que venía con lo justo por acumulación de lesiones y sanciones pero al que le bastó su orden y disciplina habituales para unirse a la larga lista de escuadras que se marchan de La Romareda con algo en el zurrón. El punto es el premio a su resistencia y el castigo al enésimo esperpento de un Zaragoza al que tampoco le sonrió la suerte en un disparo de Moya en el descuento que tras repeler el larguero botó en el suelo a escasos centímetros del gol para desesperación de unos y alivio de otros. El partido transcurrió durante casi todo el tiempo según el guion diseñado por Hidalgo, que, consciente de que el balón para el Zaragoza es lo más parecido a un ovni, le entregó la posesión para pertrecharse sobre una defensa con tres centrales y volcar el campo en ataque hacia la derecha, donde Gerard Valentín, como ya sucediera en El Alcoraz, fue una pesadilla para los locales. De nuevo, como cada vez que el peligro del oponente reside en su extremo diestro, Gabi situó ahí a Calero en lo que parece ser un mensaje claro de que el madrileño es el lateral que mejor defiende de la plantilla. Valentín lo destrozó como y cuando quiso. A él y a todo un Zaragoza que volvió a tirar la primera parte por el sumidero. Y el estropicio es una constante en un equipo que encara los partidos a verlas venir, como si anduviera tan pancho por la zona media de la tabla sin agobios ni dramas. Nada de presión alta, ni sangre en el ojo. No. Pases horizontales hasta que el central de turno ejecuta el envío largo como si arriba estuviera Luis Suárez o Mbappé. Y, claro, el Huesca se pegó todo el primer periodo tumbado a la bartola con las zapatillas de casa y en batín. Apenas se había superado el primer cuarto de hora cuando Valentín dio el primer susto con una internada que se estrelló en Poussin para castigar la caótica indolencia de un Zaragoza que basaba su manual de supervivencia en asegurar el pase para evitar los errores de siempre y que movía el balón con la misma velocidad con la que transcurre una carrera de caracoles. Nada de pases rápidos, desbordes por banda o cambios de juego. La única idea para sacar a los tres centrales era situar por ahí a Calero de vez en cuando. Lo dicho, un oasis para el Huesca, cuyo portero solo se vio para atajar un frágil cabezazo de Lluís López poco antes de que Guti mandara el balón fuera en uno de esos arranques raros de los locales. El canterano volvió a acercarse al gol nada más salir del vestuario con un disparo que mandó a córner Juan Pérez, que, sin embargo, nada pudo hacer para evitar el tanto de Arriaga, que remató con el muslo el saque de esquina botado por Aketxe en la única aparición pública potable del vasco. Nada que ver el comienzo de la segunda parte con el de la primera. El Zaragoza había hecho lo más difícil: obligar al Huesca a desordenarse en busca del empate. Pero ni diez minutos le duró la alegría a un equipo incapaz de retener ventajas por culpa de su extrema fragilidad física, técnica y anímica. La enésima internada de Valentín, que ya había disparado fuera poco antes, dejó en el suelo a Calero para entregarle el gol en bandeja a Kortajarena y mandar al pozo todo ese gozo de una Romareda que más no puede hacer para evitar el desastre. De nuevo, el miedo lo envolvió todo. Sobre todo, a un Zaragoza al que salvó Poussin al desbaratar otro intento del infinito Valentín. Seguir leyendo

1E Ejemplar
0,99€
Carrito de la compra
1M 1 Mes
22,99€
Carrito de la compra
3M 3 Meses
-
6M 6 Meses
-
1A 1 Año
269,99€
Carrito de la compra

Las tarifas que se muestran se aplican a las compras a través de la plataforma web de Kiosko y Más

Regala El País